Por: Miguel Cabán, pastor jubilado de la Asociación del Oeste de Puerto Rico El sábado 15 de enero de 2005, visité una iglesia de la Misión del Norte de Puerto Rico, y quedé sorprendido por lo que allí ocurría. Escuché antes del segundo servicio una pista instrumental con ritmo de rock. Luego subieron a la plataforma varias personas que entonaron varios cánticos con una música no apropiada para adorar a Dios en el templo. Algunos se movían rítmicamente y acompañaban a los cantores con las palmas de la mano. Sentí la impresión de que estaba en un templo pentecostal. Repartí el tratado “La Adoración en la Iglesia Adventista”. Una vez terminé, se me acercaron dos damas defensoras de la música hipnótica, y me dijeron que no debía repartir esos tratados porque podían confundir a los hermanos. ¿Qué le parece mi querido hermano? Decir que este servidor iba a confundir a los hermanos es un desatino mayúsculo. Los que están confundiendo a los jóvenes...