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El Cristo Triunfante


Ángeles presentes en momentos de tentación, 8 de julio https://ift.tt/vya2MnI “Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra”. Salmos 91:11, 12. Se declara expresamente que Satanás obra en los hijos de desobediencia y que no sólo tiene acceso a su mente, sino que obra mediante su influencia, sea consciente o inconscientemente, para atraer a otros a la misma desobediencia. Si los malos ángeles tienen un poder tal sobre los hijos de los hombres en su desobediencia, ¡cuánto mayor poder tienen los ángeles buenos sobre los que se esfuerzan por ser obedientes! Cuando ponemos nuestra confianza en Jesucristo, procediendo con obediencia para justicia, los ángeles de Dios obran en nuestro corazón para justicia... Los ángeles vinieron y ministraron a nuestro Señor en el desierto de la tentación. Los ángeles celestiales estuvieron con él todo el tiempo que estuvo expuesto a los ataques de los instrumentos satánicos. Esos ataques fueron más severos que los que jamás haya soportado el hombre. Todo estaba en juego para beneficio de la familia humana. En ese conflicto, Cristo no usó sus propias palabras. Dependió de un “escrito está”. En ese conflicto, la humanidad de Cristo fue puesta a prueba en forma tal que ninguno de nosotros comprenderá jamás. El Príncipe de la vida y el príncipe de las tinieblas se encontraron en un terrible conflicto, pero Satanás no pudo obtener la menor ventaja en palabra ni acción. Las suyas fueron tentaciones verdaderas, no artificiales. Cristo “padeció siendo tentado”. En aquella ocasión, ángeles del cielo estuvieron presentes, y mantuvieron en alto el estandarte para que Satanás no se excediera de sus límites y sobrepujara a la naturaleza humana de Cristo. En la última tentación, Satanás le presentó a Cristo la perspectiva de ganar todo el mundo, con toda su gloria, si tan sólo lo adoraba a él, que pretendía ser enviado de Dios. Cristo entonces debió dar una orden. Debió ejercer autoridad por encima de los agentes satánicos. La divinidad brilló a través de la humanidad y Satanás fue rechazado perentoriamente. Cristo dijo: “Vete, Satanás...” Fue suficiente... Satanás no pudo ir más adelante. Ángeles sirvieron al Salvador. Ángeles le trajeron el alimento. Ninguna mente humana puede comprender la rudeza de ese conflicto. Estaban en juego el bienestar de toda la familia humana y de Cristo mismo. Una admisión de parte de Cristo, una palabra de concesión, y el mundo hubiera sido demandado por Satanás, como suyo. Así, suponía él—el príncipe de la potestad de las tinieblas—, comenzaría su gobierno. Apareció ante Cristo un ángel del cielo, pues el conflicto había terminado. El poder humano estuvo a punto de fracasar, pero todo el cielo cantó el himno de victoria eterna.—Carta 16, 1899.

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