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Reflejemos a Jesús


Las diez vírgenes representan a la iglesia, 14 de julio https://ift.tt/Y79PUG3 Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Mateo 25:6. Cristo está sentado con sus discípulos sobre el Monte de las Olivas. El sol se ha puesto detrás de las montañas, y las sombras de la noche, a guisa de cortina, cubren los cielos. A plena vista se halla una casa profusamente iluminada, cual si lo fuera para alguna fiesta. La luz irradia en raudales de sus aberturas, y un grupo expectante aguarda en torno de ella, indicando que está a punto de aparecer una procesión nupcial. En muchos lugares del Oriente, las fiestas de bodas se realizan por la noche. El novio va al encuentro de su prometida y la trae a su casa. A la luz de las antorchas la procesión nupcial va de la casa del padre de la esposa a la del esposo, donde se ofrece una fiesta a los huéspedes invitados. En la escena que Cristo contempla, un grupo de personas está esperando la aparición de los novios y su séquito con la intención de unirse a la procesión. Cerca de la casa de la novia se hallan diez doncellas vestidas de blanco. Cada una lleva una lámpara encendida y una pequeña vasija para aceite. Todas están esperando con ansiedad la aparición del esposo. Pero se produce una demora. Transcurre una hora tras otra, y las que están esperando se cansan y se duermen. A la medianoche se oye un clamor: “¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” De repente se despiertan las que dormían y saltan sobre sus pies. Ven la procesión que avanza, alumbrada por las antorchas y alegrada por la música. Oyen la voz del esposo y de la esposa. Las diez vírgenes toman sus lámparas y comienzan a acondicionarlas, apresurándose a marchar. Pero cinco de ellas no habían llenado sus vasijas de aceite. No presumieron que habría una demora tan larga, y no se habían preparado para la emergencia. Afligidas, se dirigen a sus compañeras más prudentes, diciendo: “Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan”. Pero las otras cinco, con sus lámparas recién aderezadas, habían vaciado sus vasijas. No tienen aceite de sobra, y responden: “Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas”Mateo 25:8, 9. Mientras iban a comprar, la procesión avanzó y las dejó atrás. Las cinco que tenían sus lámparas encendidas se unieron a la muchedumbre, entraron en la casa con el séquito nupcial, y la puerta se cerró. Cuando las vírgenes fatuas llegaron al salón del banquete, recibieron un rechazamiento inesperado... Mientras Cristo estaba sentado mirando el grupo que esperaba al esposo, contó a sus discípulos la historia de las diez vírgenes, para ilustrar con ese suceso la experiencia de la iglesia que viviría precisamente antes de su segunda venida.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 335, 336.

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La familia unida por lazos de amor, 24 de junio https://ift.tt/1Baq2Mw Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua. Proverbios 31:26. Cuando la madre pueda hablar una palabra de felicitación por la buena conducta de sus hijos, debiera hacerlo. Debiera animarlos con palabras de aprobación y miradas de amor. Esto será como luz del sol al corazón de un niño y conducirá al cultivo del respeto propio y el orgullo del carácter... Los niños tienen naturaleza sensible y amante. Se los puede agradar fácilmente pero también hacerlos fácilmente infelices. Por una suave disciplina con palabras y actos amorosos, las madres pueden ligar sus hijos a sus corazones. Manifestar severidad y ser exigentes con los niños son grandes errores. Se necesita firmeza uniforme y control desapasionado para la disciplina de toda familia. Diga lo que tiene que decir y lleve a cabo lo que dice sin desvíos. Dará recompensas el manifestar afecto en su asociación con sus hijos. No los rechace por...