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Reflejemos a Jesús


La revelación de la gloria de Dios en la humanidad, 17 de julio https://ift.tt/D8yV1Gr Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. 1 Juan 1:7. Cristo no pide que sus seguidores luchen por brillar. El dice: Dejen que brille su luz. Si han recibido la gracia de Dios, la luz está en ustedes. Quiten los impedimentos, y la gloria del Señor se revelará. La luz brillará, para penetrar y disipar las tinieblas. No pueden dejar de brillar en su esfera de influencia. La revelación de su propia gloria en la forma humana, acercará tanto el cielo a los hombres que la belleza que adorne el templo interior se verá en toda alma en quien more el Salvador. Los hombres serán cautivados por la gloria de un Cristo que mora en el corazón. Y en corrientes de alabanza y acción de gracias procedentes de muchas almas así ganadas para Dios, la gloria refluirá al gran Dador... Cristo viene con poder y grande gloria. Viene con su propia gloria y con la gloria del Padre. Viene con todos los santos ángeles. Mientras todo el mundo esté sumido en tinieblas, habrá luz en toda morada de los santos. Ellos percibirán la primera luz de su segunda venida. La luz no empañada brillará del esplendor de Cristo el Redentor, y El será admirado por todos los que han servido. Mientras los impíos huyan de su presencia, los seguidores de Cristo se regocijarán. El patriarca Job, mirando hacia adelante, al tiempo del segundo advenimiento de Cristo, dijo: “Al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro”. Job 19:27. Cristo ha sido un compañero diario y un amigo familiar para sus fieles seguidores. Estos han vivido en contacto íntimo, en constante comunión con Dios. Sobre ellos ha nacido la gloria del Señor. En ellos se ha reflejado la luz del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Ahora se regocijan en los rayos no empañados de la refulgencia y gloria del Rey en su majestad. Están preparados para la comunión del cielo, pues tienen el cielo en sus corazones. Con cabezas levantadas, con los alegres rayos del Sol de justicia brillando sobre ellos, regocijándose porque su redención se acerca, salen al encuentro del Esposo... “Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado... Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero”. “El es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”. Apocalipsis 19:6-9; 17:14.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 346, 347.

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