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A Fin de Conocerle


Un oyente santo, 12 de mayo https://ift.tt/SQOnWb0 Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Salmos 139:4. Cada hora del día debiéramos comprender que el Señor está cerca, que ve todo lo que hacemos y oye cada palabra que pronunciamos. ... Las palabras vulgares, terrenales, no cristianas pueden ser representadas como “fuego extraño”, y con ellas Dios no puede tener nada que hacer. La bulliciosa y estrepitosa risa es una negación de Dios en el alma; pues revela que la verdad no rige en el corazón. ... Por nuestras vanas palabras y ejemplo no cristiano deshonramos a Dios y ponemos en peligro no sólo nuestra propia alma sino también el alma de aquellos con quienes nos relacionamos. El ejemplo que Cristo ha dado al mundo prohíbe toda liviandad y vulgaridad; y si la vida ha de ser hecha fragante por la gracia de Dios, no aparecerán esos elementos. Una alegría genuina, una influencia elevadora, fluirán de todos los que aman a Dios y guardan sus mandamientos. Y esto trae consigo un poder convincente que convierte. “Ocupaos de vuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12), dice el apóstol. ¿Por qué con temor y temblor? Para que vuestra voluntad no represente falsamente de ninguna manera vuestra fe santa mediante liviandad, por medio de chanzas, bromas o chistes, dando así a otros la impresión de que la verdad que profesáis no tiene una influencia santificadora sobre el carácter.—The Youth’s Instructor, 14 de julio de 1898. Como seguidores de Cristo hemos de hacer que nuestras palabras sean motivo de ayuda y ánimo mutuos en la vida cristiana. Necesitamos hablar mucho más de lo que solemos de los capítulos preciosos de nuestra experiencia. Debiéramos hablar de la misericordia y la amante bondad de Dios, de la incomparable profundidad del amor del Salvador. Nuestras palabras debieran ser palabras de alabanza y agradecimiento. Si la mente y el corazón están llenos del amor de Dios, éste se revelará en la conversación.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 317.

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Reflejemos a Jesús

La familia unida por lazos de amor, 24 de junio https://ift.tt/1Baq2Mw Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua. Proverbios 31:26. Cuando la madre pueda hablar una palabra de felicitación por la buena conducta de sus hijos, debiera hacerlo. Debiera animarlos con palabras de aprobación y miradas de amor. Esto será como luz del sol al corazón de un niño y conducirá al cultivo del respeto propio y el orgullo del carácter... Los niños tienen naturaleza sensible y amante. Se los puede agradar fácilmente pero también hacerlos fácilmente infelices. Por una suave disciplina con palabras y actos amorosos, las madres pueden ligar sus hijos a sus corazones. Manifestar severidad y ser exigentes con los niños son grandes errores. Se necesita firmeza uniforme y control desapasionado para la disciplina de toda familia. Diga lo que tiene que decir y lleve a cabo lo que dice sin desvíos. Dará recompensas el manifestar afecto en su asociación con sus hijos. No los rechace por...