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En los Lugares Celestiales


El ayudador divino, 12 de mayo https://ift.tt/C4Ud1ji Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 1 Corintios 2:10. Cuanto más nos atengamos a la sencillez de la verdad, con tanta mayor seguridad comprenderemos su profundo significado. Si el corazón está bajo la inspiración del Espíritu de Dios puede decir: “La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples”. Salmos 119:130. Esto significa que la palabra es interpretada por el Espíritu Santo, no solamente como si el estudiante la leyera con atención. No es la mera letra de las palabras lo que da luz y entendimiento, sino que la Palabra es escrita de una manera especial en el corazón, aplicada por el Espíritu Santo. Cuando se comunica la luz a otros, la mente y el corazón consagrados reciben una mayor medida de comprensión... Cuanto más lugar uno le dé a la entrada de la Palabra de Dios, tanto más será enriquecido intelectual y espiritualmente. Tendrá un juicio más claro y menos torcido y su visión será más comprensiva. Su estima de las cosas espirituales será más correcta. Su entendimiento, bajo el poder eficaz del Espíritu Santo, se ejercerá para asimilar la verdad haciendo de ello un beneficio personal, fortaleciendo el alma a realizar obras de abnegación. Agradezco al Señor con corazón, alma y voz porque él puede, mediante la entrada de la Palabra en el corazón, aumentar nuestras facultades para entender distinta y claramente, no solamente las cosas espirituales sino también las materiales con las cuales estamos relacionados. La gracia santificadora de Dios sobre la mente humana santifica los poderes del raciocinio. Siempre se preguntará: ¿Honrará a Dios este acto que estoy por realizar? Siempre habrá un humilde espíritu de profunda humildad y se pondrá menos confianza en la sabiduría humana y mucho más en la búsqueda de Dios con la humilde oración: Enséñame tu camino y tu voluntad. Y el Señor creará una corriente de pensamiento que será sabio seguir.—Carta 144, 1898.

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