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A Fin de Conocerle


El más grande servicio, 29 de junio https://ift.tt/pU7vRf2 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Efesios 4:32. El mayor servicio que podemos prestar a Dios, y que reflejará permanentes rayos de luz sobre la senda de otros, es ser pacientes, bondadosos, firmes en los principios como una roca, temerosos de Dios. Esto nos hará la sal de la tierra, la luz del mundo. Con frecuencia estaremos chasqueados, porque no hallaremos la perfección en los que se relacionan con nosotros, y ellos no verán perfección en nosotros. Sólo mediante esfuerzos agonizantes de nuestra parte llegaremos a ser abnegados, humildes, semejantes a niños, dóciles, mansos y humildes de corazón, como nuestro divino Señor. Debemos elevar nuestro corazón y mente a un elevado plano de educación en las cosas espirituales y celestiales. Este mundo no es el cielo, sino el taller de Dios para preparar a su pueblo para un paraíso puro y santo. Y al paso que cada uno de nosotros debe sentir que es una parte de la gran trama de la humanidad, no debe esperar que otros en esa trama sean sin faltas, así como él no lo es. Se cometerán errores, y si los que yerran están dispuestos a ser corregidos, se gana una valiosa lección, de modo que su derrota se convierta en victoria. Debéis considerar que muchos de vuestros propios errores no se muestran a la luz pública, y sed cuidadosos de no hacer que los errores e imperfecciones de otros aparezcan en su peor forma, ya sea para vosotros o para otros. Nadie es perfecto, y una crítica injusta fomentada hacia otros no es sabia ni cristiana. Tenemos una seria y solemne obra que hacer para nosotros mismos: la limpieza de nuestra propia alma de borrones y manchas, si hemos de permanecer cuando aparezca el Hijo del hombre, siendo absueltos por él. Debemos ser tanto educadores como reformadores. Apartarnos de cualquiera que yerra y no sigue nuestras propias ideas, no es proceder como Cristo procede con nosotros.—Carta 30, 1888.

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Reflejemos a Jesús

La familia unida por lazos de amor, 24 de junio https://ift.tt/1Baq2Mw Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua. Proverbios 31:26. Cuando la madre pueda hablar una palabra de felicitación por la buena conducta de sus hijos, debiera hacerlo. Debiera animarlos con palabras de aprobación y miradas de amor. Esto será como luz del sol al corazón de un niño y conducirá al cultivo del respeto propio y el orgullo del carácter... Los niños tienen naturaleza sensible y amante. Se los puede agradar fácilmente pero también hacerlos fácilmente infelices. Por una suave disciplina con palabras y actos amorosos, las madres pueden ligar sus hijos a sus corazones. Manifestar severidad y ser exigentes con los niños son grandes errores. Se necesita firmeza uniforme y control desapasionado para la disciplina de toda familia. Diga lo que tiene que decir y lleve a cabo lo que dice sin desvíos. Dará recompensas el manifestar afecto en su asociación con sus hijos. No los rechace por...