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Cada Día con Dios


El trato de Dios con los hombres, 23 de junio https://ift.tt/UXNesVp Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? Santiago 2:5. En la parábola del rico y Lázaro el gran Maestro levanta el telón y nos muestra que Dios es el fundamento de toda fe, de toda bondad y de toda misericordia. Los judíos pretendían ser descendientes de Abrahán, pero al no hacer las obras de este patriarca demostraban que no eran sus verdaderos hijos. Sólo se reconoce como verdaderos descendientes suyos a los que están espiritualmente en armonía con él. Cristo reconoció que el mendigo [Lázaro] podía ser recibido por Abrahán en la intimidad de su amistad, aunque perteneciera a una clase considerada inferior por los hombres. Cada corazón debería albergar simpatía humana. Es un atributo de Dios y nunca se la debería descartar. “Todos vosotros sois hermanos”. Mateo 23:8. Dios ha depositado sobre los hombres la responsabilidad de brindar simpatía a sus semejantes, de ayudar al necesitado, al herido y al maltratado. Muchos se desmoralizan por causa de su propia conducta, pero, ¿qué miembro de la familia humana puede comprender, como Dios, la causa de su miseria? Existen actualmente en el mundo muchas personas heridas, muchos corazones tristes que necesitan alivio. El Señor tiene medios para iluminar la vida de estos desconsolados. Cada uno de nosotros puede poner a trabajar sus talentos al disipar las nubes, al permitir que penetre la luz del sol de la esperanza y la fe en el que “de tal manera amó... al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16. Dios nos muestra que llegará el momento cuando se invertirá la situación del rico que no depende de Dios y del pobre que sí depende de él. Los que carecen de los bienes de este mundo, pero que son pacientes y sufridos, y confian en Dios, serán exaltados un día por encima de muchos que ocupan los más elevados cargos que este mundo puede ofrecer. Dios no trata con nosotros como lo hace el hombre. Dio a su Hijo con inmenso sacrificio para lograr que entremos a su servicio, y con él nos dio todo el cielo. Lo hizo para mostrarnos cuánto valor asigna a los seres que creó.—Manuscrito 81, del 23 de junio de 1898, “El rico y Lázaro”.

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