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Cada Día con Dios


¿A quién iremos? 29 de junio https://ift.tt/TCHLtUF Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Hechos 4:11, 12. Cuando tantos de los seguidores de Cristo lo dejaron, y el Salvador les preguntó a los doce: “¿Queréis acaso iros también vosotros?” Simón Pedro contestó: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. Juan 6:67, 68. El corazón de Cristo se llenaba de pesar cuando veía que alguien se apartaba de él, porque sabía que la fe en su nombre y su misión es la única esperanza del hombre. El alejamiento de sus seguidores era una humillación para él. ¡Oh, cuán poco saben los seres humanos del pesar que llenaba el corazón de amor infinito cuando tales cosas ocurrían! Nadie en el mundo jamás anheló con tanto fervor que se lo apreciara y que se le brindara amistad como Cristo. Tenía hambre de simpatía. Su corazón estaba lleno de un deseo ardiente de que los seres humanos apreciaran el don de Dios al mundo, y lo honraran creyendo en sus palabras y alabándolo. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16. Cuán tristes eran sus palabras: “¿Queréis acaso iros también vosotros?” Tocaror el corazón de todos los discípulos menos el de uno. Este era Judas. Sólo tenía corazón para el dinero. Su mayor deseo consistía en ser el más importante. Bien podían decir los discípulos: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. Piensen en lo que era Cristo: El Hijo del Altísimo, pero al mismo tiempo varón de dolores y experimentado en quebrantos. ¿Hemos recibido la bendición que produce el confiar en él con todo el corazón, y honrarlo manifestándole siempre amor y devoción? Cristo anhela cosechar frutos que calmen el ansia que experimenta su alma en nuestro favor. Desea que llevemos “mucho fruto”. Mantengamos abierto el corazón a su amor. “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”. Marcos 8:36. ¡Oh, cuando podamos expresar con comprensión las palabras de Pedro: “Señor ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”, recibiremos maravillosas bendiciones!—Carta 171, del 29 de junio de 1905, dirigida a Edson y Emma White.

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