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Conflicto y Valor


“Más bienaventurado es dar”, 20 de julio 1 Reyes 17:8-24. https://ift.tt/izdplK0 Mi Dios, pues suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Filipenses 4:19. Leamos la historia de la viuda de Sarepta. A esta mujer que vivía en tierra pagana Dios envió a su siervo en tiempo de hambre para que le pidiese alimento... Admirable fue la hospitalidad manifestada al profeta de Dios por esta mujer fenicia, y admirablemente fueron recompensadas su fe y generosidad... Dios no ha cambiado. Su poder no es menor hoy que en los días de Elías... A sus fieles siervos de hoy como a sus primeros discípulos, se aplican las palabras de Cristo: “El que os recibe a vosotros, a mí recibe; y el que a mí recibe, recibe al que me envió”. Ningún acto de bondad hecho en su nombre dejará de ser reconocido y recompensado. Y en el mismo tierno reconocimiento Cristo incluye aun a los más débiles y humildes de la familia de Dios. “Y cualquiera que diere a uno de estos pequeñitos—los que son como niños en su fe y conocimiento—un vaso de agua fría solamente, en nombre de discípulo, de cierto os digo, que no perderá su recompensa”. La pobreza no necesita privarnos de manifestar hospitalidad. Hemos de impartir lo que tenemos. Hay quienes luchan para ganarse la vida, quienes tienen grandes dificultades para suplir sus necesidades; pero aman a Jesús en la persona de sus santos, y están listos para mostrar hospitalidad a creyentes e incrédulos, y tratan de hacer provechosas sus visitas. En la mesa y en el culto de la familia, dan la bienvenida a los huéspedes. El momento de oración impresiona a aquellos que reciben la hospitalidad, y aun una visita puede significar la salvación de un alma de la muerte. El Señor toma nota diciendo: “Te lo pagaré”... “No con sólo pan vivirá el hombre”, y a medida que nosotros impartimos a otros de nuestro alimento temporal, debemos impartir también esperanza, valor y amor cristianos... Y se nos asegura que “poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia; a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo que basta, abundéis para toda buena obra”. 2 Corintios 9:8; Joyas de los Testimonios 2:572-574.

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