Agentes de Dios, 2 de julio https://ift.tt/ejQuUEn ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. 1 Corintios 3:5. No todos los siervos de Dios poseen los mismos dones, pero todos son sus obreros, y deben aprender del gran Maestro para poder comunicar lo que han aprendido. Tampoco todos realizan la misma tarea, pero bajo la influencia santificadora del Espíritu Santo son agentes de Dios y como tales necesitan una diversidad de dones en su obra de rescatar servidores del ejército de Satanás. “Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor”. 1 Corintios 3:8. El Señor, y no el hombre, es el juez de las obras humanas, y él dará a cada uno su recompensa justa. No es tarea de ningún ser humano constituirse en juez entre los distintos siervos de Dios. Sólo el Señor es juez y galardonador de cada buena obra. “El que planta y el que riega son una misma cosa”, y están ocupados en la misma tarea, la salvación de las personas. “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”. 1 Corintios 3:9. En estas palabras, la iglesia es comparada con un campo de cultivo en el cual deben trabajar los labradores cuidando las vides plantadas por el Señor, y también a un edificio que se convertirá en el santo templo del Señor. Cristo es el obrero maestro. Todos deben trabajar bajo su supervisión, permitiéndole obrar a él en favor de sus servidores, y también mediante ellos. El les da tacto y destreza, y, si obedecen sus instrucciones, coronará con éxito su labor. Nadie debe quejarse contra Dios, quien ha señalado a cada hombre su tarea. El que murmura y se enoja, el que quiere seguir su propio camino, y el que desea modelar a sus compañeros de trabajo de acuerdo con sus propias ideas, necesita el toque divino antes de estar calificado para actuar en cualquier línea de trabajo. A menos que sea transformado, seguramente echará a perder la obra. Recuerden que somos obreros junto con Dios. El es el motor eficaz, todopoderoso. Sus siervos son sus instrumentos.—The Review and Herald, 11 de diciembre de 1900.
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