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Sabbath School


https://ift.tt/ZuAWmfR Comentarios Elena G.W Hay maldad en nuestro mundo, pero no todo el sufrimiento es el resultado de una conducta pervertida. Se nos presenta a Job claramente como un hombre a quien el Señor permitió que Satanás afligiera. El enemigo lo despojo de todo lo que poseía; se rompieron sus vínculos familiares; perdió a sus hijos. Durante un tiempo el cuerpo se le cubrió de llagas repugnantes, y sufrió muchísimo. Sus amigos vinieron para consolarlo, pero trataron de convencerlo de que era responsable de sus aflicciones por su proceder pecaminoso. Sin embargo, él se defendió y negó la acusación declarando: “Consoladores molestosos sois todos vosotros”. Al intentar hacerlo culpable delante de Dios y merecedor de su castigo, lo sometieron a una penosa prueba y describieron erróneamente el carácter de Dios. Con todo, Job no se apartó de su lealtad, y Dios recompensó a su fiel siervo (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 3, p. 1159). Hemos bebido la misma copa de aflicción, pero estaba mezclada con gozo y descanso y paz en Jesús. Él hace todas las cosas bien. Nuestro Padre celestial no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres. Este mundo es el escenario de nuestras pruebas, nuestros pesares y dolores. Estamos aquí para pasar la prueba a que Dios nos somete. El fuego debe ser avivado hasta que consuma la escoria y nosotros salgamos como oro purificado en el horno de la aflicción. Saldrá luz de estas tinieblas que a veces a Ud. le parecen incomprensibles. “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito”. Job 1:21. Sea este el lenguaje de su corazón. La nube de misericordia se cierne sobre su cabeza aun en la hora más oscura. Los beneficios de Dios para nosotros son tan numerosos como las gotas de lluvia que caen de las nubes a la tierra reseca para regarla y refrescarla. La misericordia de Dios está sobre usted… Si pudieran ser abiertos sus ojos, vería a su Padre celestial inclinado sobre Ud. con amor, y si pudiera escuchar su voz, sería en tonos de compasión hacia Ud. que está postrado por el sufrimiento y la aflicción. Sosténgase en su fortaleza; hay descanso para usted, que está fatigado (In Heavenly Places, p. 272; parcialmente en Cada día con Dios, p. 346). Ejerce su poder en todos los lugares y bajo mil formas: en las desgracias y calamidades de mar y tierra, en las grandes conflagraciones, en los tremendos huracanes y en las terribles tempestades de granizo, en las inundaciones, en los ciclones, en las mareas extraordinarias y en los terremotos. Destruye las mieses casi maduras siguiéndose la hambruna y la angustia; propaga por el aire emanaciones mefíticas y miles de seres perecen en la pestilencia. Estas plagas irán menudeando más y más y se harán más y más desastrosas. El poder y la malignidad de Satanás y de su hueste podrían alarmarnos con razón, si no fuera por el apoyo y salvación que podemos encontrar en el poder superior de nuestro Redentor. Los que siguen a Cristo están siempre seguros bajo su protección. Ángeles de gran poder son enviados del cielo para ampararlos. El maligno no puede forzar la guardia con que Dios tiene rodeado a su pueblo (The Faith I Live By, p. 328; parcialmente en La fe por la cual vivo, p. 330).

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